EL TRABAJO DE LA MUJER EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
 
La mujer de la familia era la primera en levantarse por la mañana y encendía el fuego en el fogón o el horno. El alimento principal de la dieta israelita era el pan. Por tanto, una de las tareas que tenían que realizar el ama de casa consistía en moler el grano para poder obtener la harina.
 
Esto exigía varios pasos. Por supuesto que no disponía de ninguno de los artefactos modernos que hay en tantas casas actualmente, así que todo este trabajo tenia que hacerlo a mano.
 
La mujer usaba espinos, rastrojos y estiércol de animales para el fuego.
Por lo general eran los niños los que debían buscar la leña, pero si no tenían la edad suficiente para salir de la casa, la misma mujer tenía que ir a buscarla.
 
Todas las familias necesitaban agua. Algunas veces tenían sus propias cisternas privadas donde acumulaban el agua que procediera de algún manantial o pozo situado en el centro de la aldea. Unas pocas ciudades del Antiguo Testamento estaban construidas sobre manantiales subterráneos. Dos de ellas eran Meguido y Hazor. En Hazor la mujer que iba a buscar agua caminaba por las calles hasta llegar a un profundo pozo. Luego descendía nueve metros por dos laderas hechas por el hombre, y cinco tramos de escaleras, hasta el túnel de aguas, donde seguía por otras escaleras hasta llegar al nivel del agua para llenar su gran cántaro. Necesitaba una notable fortaleza para poder subir después con el pesado cántaro lleno. En realidad este viaje no era tan malo para ella. Le daba la oportunidad de hablar con las demás mujeres de aldea. Con frecuencia se reunía alrededor de la fuente al atardecer o muy de mañana para intercambiar noticias y chismes (Gn.24:11). La mujer que fue a buscar agua en el pozo de Sicar, sin duda alguna salió a mediodía porque las demás mujeres del pueblo no querían relacionarse con ella, a causa d su disipada vida, y cuando se reunían la rechazaban (Jn.5:5-10).
 
Se esperaba también de la esposa que confeccionara la ropa de la familia. A los niños pequeños había que alimentarlos, vigilarlos y mantenerlos limpios. Cuando los niños crecían, era la madre quien les enseñaba los buenos modales. A las hijas mayores también las enseñaba a cocinar, coser y hacer las demás cosas que una buena esposa israelita tenía que saber.
 
Además, la esposa tenía que ayudar a recoger las cosechas (Rut 2:23). También preparaba algunas de ellas, como aceitunas y las uvas, para conservarlas. Es decir, que su labor diaria tenía que ser suficientemente flexible para incluir estas otras tareas.
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