LA EDUCACIÓN EN ISRAEL
 
Los israelitas proporcionaban una educación completa sus hijos. Esta incluía la instrucción religiosa y también el entrenamiento en las destrezas prácticas que necesitaban para el mundo del trabajo diario. Por ser ellos un pueblo agricultor solo se les enseñaba a leer y a escribir a los líderes religiosos.
 
"Y Jesús crecía en sabiduría y... en gracia con Dios y los hombres" (Lucas 2:52). Este versículo capta el objetivo del sistema educativo de los judíos. No sólo se esforzaban en impartir conocimiento, sino también sabiduría, la que giraba en torno a la relación del individuo con Dios.
 
En el antiguo Israel, la educación era un proceso informal. Los padres se encargaban de la mayor parte de la enseñanza. No había ni aulas ni programa de estudio sistemático. Ya en tiempos del Antiguo Testamento, los judíos habían adoptado un enfoque más formal de la educación. habilitaban salones para clases y capacitaban a maestros para que instruyeran a todos los niños de la aldea.
 
EL MODELO DE LA ENSEÑANZA.
A fin de entender la función del maestro judío, primero tenemos que considerar al Maestro divino a quien el maestro tomaba como modelo. La escritura se refiere a Dios, como el Maestro que dice a sus alumnos: "Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda" (Isaías 30:20,21). Dios conoce y entiende las necesidades de sus alumnos; El está plenamente versado en la materia; El es el ejemplo perfecto e infalible de ellos. El maestro judío tenía su ejemplo ante él al ir a su trabajo.
 
Sabemos que Dios utilizó a hombres para que enseñaran la ley a la nación de Israel. Estos hombres no sólo eran maestros, sino también ejemplos de santidad: hombres como Moisés; sacerdotes y profetas como Elías. Sus discípulos eran los adultos de la nación de Israel, quienes eran responsables de transmitir el conocimiento a sus hijos.
 
B. LA RESPONSABILIDAD DE LOS PADRES.
La educación religiosa de los hijos era responsabilidad de los padres (Deuteronómio 11:19,;32:46). No se hacía excepción con los padres que pensaran que estaban tan ocupados como para no poder enseñar.
 
Aun cuando los hijos llegaran a ser mayores y contrajeren matrimonio, la responsabilidad de los padres no terminaba; también tendrían una parte importante en la educación de los nietos (Deuteronómio 4:9). De hecho, con frecuencia vivían todos en la misma casa.
 
El padre israelita era, en última instancia, el responsable de la educación de sus hijos; aun cuando las madres también jugaran un papel decisivo, especialmente hasta que el niño llegaba a la edad de cinco años. Durante esos años de formación se esperaba que ella modelara el futuro de sus hijos e hijas.
 
Cuando el varón llegaba a tener suficiente edad para ir a trabajar con su padre, éste se convertía en su principal maestro, aunque la madre continuaba participando en la responsabilidad de la enseñanza (ver Proverbios 1:8,9;6:20). La madre asumía la responsabilidad principal con respecto a la enseñanza de sus hijas; les enseñaba las destrezas que necesitarían para llegar a ser buenas esposas y madres.
 
Si alguna otra persona que no fuera el padre tenía que asumir la responsabilidad de enseñar al muchacho, entonces era considerado como su "padre". En generaciones posteriores, al individuo a quien se le asignaba específicamente la tarea de enseñar lo llamaban "padre" y él se refería a sus alumnos como "mis hijos".
 
La mayor preocupación de los padres judíos era la de que sus hijos llegaran a conocer al Dios viviente. En hebreo, el verbo conocer significa "estar íntimamente comprometido" con una persona. La Escritura declaraba que la reverencia o "el temor de Jehova es el principio de la sabiduría, y el conocimiento del Santísimo es la inteligencia" (Proverbios 9:10). Los padres piadosos ayudaban a sus hijos a que desarrollaran esta clase de conocimiento de Dios.
 
Desde la primera parte de la niñez, el jovencito aprendía la historia de Israel. En la primera niñez probablemente aprendía de memoria una declaración de fe, y la recitaba por lo menos una vez al año cuando se daba la ofrenda de las primicias. El credo reducía las narración de la historia de Israel a una forma sencilla que era fácil de aprender de memoria.
 
"Un arameo a punto de perecer fue mi padre, el cual descendió a Egipto y habitó allí con pocos hombres, y allí creció y llegó a ser una nación grande, fuerte y numerosa; y los egipcios nos maltrataron y nos afligieron y pusieron sobre nosotros dura servidumbre. Y clamamos a Jehová el Dios de nuestros padres; y Jehová oyó nuestra voz, y vio nuestra aflicción, nuestro trabajo y nuestra opresión; y Jehová nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido, con grande espanto, y con señales y con milagros; y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, tierra que fluye leche y miel. Y ahora, he aquí he traído las primicias del fruto de la tierra que me diste, oh Jehová" (Deuteronomio 26:5-10).
 
Así los hijos aprendían que la nación de Israel había entrado en un pacto con Dios. Este pacto establecía ciertas restricciones para ellos. Ellos no estaban libres para buscar lo que ellos mismos desearan, sino que tenían una responsabilidad para con Dios por cuanto El los había redimido. Se les enseñaba con diligencia los principios que Dios les había dado.
 
Jesús resumió la esencia y la intención de esta leyes cuando declaró: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas" (Mateo 22:37-40).
 
 
Probablemente no había escuelas formales en los tiempos del Antiguo Testamento. La mayor parte del aprendizaje tenía lugar en la vida diaria. En la medida en que se presentaran oportunidades a traves del día, los padres instruían a sus hijos.
 
Un hijo podía preguntar: "Papá; qué son esas piedras que están amontonadas ahí? qué significan? (ver Josué 4:21). El padre entonces tomaría tiempo para explicarle el transfondo religioso y lo que ese monumento significaba.
 
Se necesitaba toda la vida para completar la educación de un hijo. La familia judia tomaba en serio las instrucciones del Señor: "Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y l acostarte, y cuando te levantes" (Deuteronomio 6:6,7). [La declaración: "Las repetirás a tus hijos", en la Versión Autorizada -inglés- se tradujo: "las enseñarás diligentemente".] Las palabras "enseñar diligentemente", vienen de un término hebreo que generalmente se refería a sacarle punta a un instrumento, o afilar un cuchillo. Lo que la piedra de afilar es para la hoja de cuchillo, eso es la enseñanza para el niño. La educación preparaba a los hijos para llegar a ser miembros utiles y productivos de la sociedad.
 

 

LAS ESCUELAS DE LAS SINAGOGAS.
No estamos seguros en cuanto al tiempo en que se establecieron por primera vez las escuelas de las sinagogas. Algunos creen que esta práctica data del tiempo del exilio en Babilonia. Independientemente de cuándo haya comenzado, en los tiempos del Nuevo Testamento la escuela de la sinagoga era una parte vital de la vida judía.
 
Cada día de reposo, los judíos se reunían fielmente en la sinagoga para oír a su rabino leer las Escrituras y explicar la ley. Esta actividad inspiró a los musulmanes para que les dieran a los judíos el apodo de "el pueblo del Libro". :a sinagoga patrocinaba clases especiales fuera del tiempo regularmente dedicado a la adoración. Durante la semana, los muchachos varones acudían a estas clases para estudiar las Escrituras bajo la dirección de maestros capacitados. Estas clases complementaban la educación religiosa que los muchachos estaban recibiendo de sus padres.
 
Los padres judíos se interesaban mucho más por el carácter del maestro que por su capacidad para enseñar. Naturalmente, exigían que fuera competente en su profesión; pero se interesaban más en que él fuera un ejemplo apropiado para sus hijos. Los escritos judíos del Nuevo Testamento nos ofrecen una lista parcial de las características de un maestro. No debía ser perezoso. Tenía que ser de un temperamento equilibrado. Nunca debía mostrar parcialidad. Jamás debía mostrarse impaciente. Nunca debía comprometer su dignidad habiendo bromas. Nunca debía desanimar a un niño. Tenía que demostrar que el pecado es repulsivo. Tenía que castigar el mal comportamiento. Tenía que cumplir todas sus promesas.
 
Además de leer las Escrituras, a los muchachos judíos se les enseñaba etiqueta, música, arte militar, y otros conocimientos prácticos. Leemos que se decía de David: "...sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él" (1 Samuel 16:18). Según este informe, podemos decir que David tenia una educación completa, como la tenía la mayoría de los muchachos judíos.
 
En los tiempos del Antiguo Testamento, las escuelas judías exigían que cada alumno dominara varios pasajes claves de la Escritura. De primordial importancia era el Shema, que era otra declaración de fe de los judíos (Deuteronomio 6:4,5). Le seguian en importancia Deuteronomio 11:13-21 y Números 15:37-41. Al alumno también se le exigía que aprendiera el Hallel (alabanza), que era el contenido de los Salmos 113-118, así como también la historia de la creación (Génesis 1-5) y las leyes de los sacrificios (Levítico 1-8). Si algún niño era excepcionalmente brillante, examinaría más del libro de Levítico.
 
Sólo los varones recibían educación formal fuera del hogar. Comenzaban reuniéndose en casa del maestro, donde leían rollos que contenían pequeñas porciones de las Escrituras, como el Shema. Esta era la escuela primaria de aquel tiempo.
 
Cuando los muchachos tenían suficiente edad para aprender las lecciones sabáticas, se reunían en la "casa del Libro", es decir, en la sinagoga. Allí entraban en la sala donde se guardaban los rollos de la Tora y preparaban sus lecciones bajo la supervisión del Hazzan, el custodio de los rollos.
 
Posteriormente se les permitía discutir con los maestros farisaicos preguntas relacionadas con la ley. Estas discusiones constituían el nivel secundario de la educación judía.
 
En los tiempos del Nuevo Testamento, la escuela tenía actividades todo el año. Durante los meses calurosos del verano los muchachos iban a la escuela sólo cuatro horas al día. Si era un día excepcionalmente caluroso la escuela podía estar cerrada del todo. Las horas de clases eran antes del 10:00 A.M. y después de las 3:00 P.M. Se tenía un receso de cinco horas correspondientes a la porción más calurosa del día.
 
El aula tenía una parte levantada en forma de plataforma donde se sentaba el maestro con las piernas cruzadas. Delante de él, en un atril bajo, había rollos que contenían pasajes seleccionados del Antiguo Testamento. No había libros de texto. Los alumnos se sentaban en el suelo, a los pies del maestro (Hechos 22:3).
 
Las clases no estaban separadas por edades; todos los alumnos estaban juntos en la misma aula. Por esta razón, la instruccion de ellos tenía que ser muy individualizada. El maestro copiaba un versículo para los alumnos más jóvenes, y ellos lo recitaban en lata voz, hasta dominarlo. Mientras tanto, el maestro ayudaba a los mayores a leer un pasaje de Levítico. El ruido probablemente nos habría distraido mucho a nosotros, pero los muchachos israelitas pronto se acostumbraban a él. Los sabios creían que si el versículo no se repetía en alta voz pronto se olvidaría.
 
D. PREPARACION VOCACIONAL.
Los muchachos deben de haberse emocionado al acompañar a sus padres a los campos a trabajar, o al mercado a comprar y vender. Los muchachos observaban detenidamente la forma de proceder de sus padres mientras estos plantaban, podaban y cosechaban. A veces se les permitía que emprendieran una tarea difícil,, lo que haría que aumentara su entusiasmo. Se le habría un nuevo mundo al muchacho cuando tenía suficiente edad para acompañar a su padre.
 
Pero el trabajo era monótono y agotador. Al crecer el muchacho también crecían sus responsabilidades. Se esperaba que el muchacho al cabo de poco tiempo trabajara el día entero sin parar, a no ser para un breve descanso.
 
Los hombres alentaban a sus hijos a que trabajaran arduamente. Los amonestaban con la Escritura: Proverbios 6:9-11 decía: "Perezoso, hasta cuándo has de dormir? Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, Y cruzar un poco las manos para reposo; Así vendrá tu necesidad como caminante, Y tu pobreza como hombre armado." Para sobrevivir, la familia tenía que trabajar duro.
 
Los israelitas creían que una vida indisciplinada no prepararía al joven para arreglárselas con lo que tendría que enfrentarse. Les enseñaban a sus hijos el significado de la responsabilidad al comienzo de su vida, de tal modo que cuando los jóvenes llegaran a la vida adulta pudieran con confianza hacer frente a sus demandas. Si un hijo crecía de manera irresponsable, no sólo se avergonzaría él mismo, sino que traería vergüenza a su familia. Uno de los sabios señaló: "La vara y la corrección dan sabiduría; mas el muchacho consentido avergonzará a su madre" (Proverbios 29:15).
 
Por se Israel una sociedad agrícola, gran parte de la sabiduría práctica que transmitía el padre al hijo giraba en torno a la labranza. Esto incluía lecciones sobre la preparación del suelo para la siembra, y acerca del cultivo de las varias cosechas; y también sobre la manera de recoger la cosecha y de almacenar la abundancia. Los hijos aprendían estas cosas trabajando junto a sus padres durante su juventud. Aun cuando el pueblo judío comenzara a buscar ocupaciones aparte de la labranza, eran todavía un "pueblo de la tierra".
 
Al padre también le correspondía la responsabilidad de enseñar a sus hijos un arte u oficio. Por ejemplo, si el padre era alfarero, enseñaba ese arte a sus hijos. Uno de los sabios judíos afirmo que "el que no enseña a su hijo un oficio útil, lo está criando para que sea un ladrón."
 
 
Mientras los chicos aprendían oficios, las chicas aprendían a cocinar, a hilar y a tejer bajo los vigilantes ojos de sus madres (Exodo 35:25,26; 2 Samuel 13:18). Si no había varones en la familia, se les podía exigir a las hijas que aprendieran el trabajo del padre (Génesis 29:6; Exodo 2:16).

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